Momentos antes de suicidarse Gustavo cinceló su epitafio en el WhatsApp
“No es por cobardía. Es por no saber como seguir”
Hacía una semana que había cenado una caja de antidepresivos. Esa vez lo habían encontrado semiinconsciente, entre sangre y vómitos.
Soledad
Lo devolvieron a su casa después de un lavado de estómago y varios frascos de suero.
Conversé con él unas horas antes de que volviese a intentarlo- por última vez.
Desde el teléfono me llegó una voz que apenas era susurro. Habló con la angustia del que le ahoga la vida.
Y estaba solo. Inexplicablemente solo.
Consejos ciegos
Le dije que buscara la ayuda de un psicólogo. Que por hondo que fuese el pozo siempre habría una escalera para salir. Que a veces hay que arrancar la cosecha torcida y sembrar una nueva semilla en tierras distantes.
Pero fue casi un monólogo.
Desde la autosuficiencia de quien cree tener la brújula de su vida es difícil entender a quién se encuentra perdido.
Me resultaba incomprensible que alguien quisiese hundir el barco tan solo por no saber hacia donde enfilar la proa.
En mi arrogancia solo me faltó reprocharle el intento de suicidio.
Con el mar a cuestas
Para él mis palabras serían el eco de un sermón con siglos de letanía. Una liturgia del sentido común que tenía más de común que de sentido. Una carta de navegación que ignoraba los arrecifes que a cada uno le surgen a lo largo de la vida.
Todos somos náufragos que en algún momento nos perdemos en nuestro propio mar. Pero cada uno encalla a su manera.
Let it be
Ciertamente Gustavo no fue un cobarde.
Hay que tener valor para hacerse un nudo en el cuello.
Pero, aunque no siempre sepamos como seguir, debemos darnos una oportunidad.
Y eso fue lo que no le dije.
No le supe transmitir una esperanza. Que en algún momento aparecería un pálido resplandor por el Este.
Que solo tenía que esperar un poco.
La sombra de una frase
A lo mejor tuve que haber escuchado sus silencios.
A lo mejor pude sacarle de su casa con cualquier excusa.
Si lo hubiese hecho, a lo mejor no se hubiese subido a la silla esa noche.
Ya es tarde.
Sobre sus cenizas- y sobre mi conciencia- siempre quedará una frase.
A lo mejor.