Persiguiendo lo improbable
En 2010 Dave Brailsford, impuso a su equipo ciclista británico una hazaña que nadie en su país había logrado hasta entonces: ganar el Tour de Francia. En una prueba dominada hasta entonces por españoles, franceses o italianos, Brailsford no contaba siquiera con alguna figura que pudiese alcanzar un maillot amarillo. Pero el nuevo entrenador tenía un plan.
La marmita del brujo
Brailsford se propuso mejorar solo un 1% todo aquello que podía influir en el rendimiento del ciclista. Razonaba que, cuando se juntasen todos esos pequeños granos de esfuerzo, se encontraría con una montaña de ventajas. Y se puso manos a la obra, escrutando todos los ingredientes de la pócima ciclista.
El pan de las golondrinas
Empezó por lo evidente; la alimentación de los corredores, el programa de entrenamiento semanal, la comodidad de la bicicleta o el peso de las ruedas. Y luego siguió con los recodos tras las sombras; las almohadas que permitían un reparador sueño a los corredores, el gel de los masajes e incluso la forma de lavarse las manos para evitar contagios.
La vanidad de las liebres
Brailsford predijo que su trabajo de hormiga le conduciría al premio en 5 años. Se equivocó; lo consiguió en menos de 3. Donde otros perseguían la gloria fácil del dopaje furtivo, el entrenador ingles consiguió desbancar a las liebres con el viejo método de la tortuga. Y los métodos que son válidos en el deporte lo suelen ser también en la vida.
El sudor de las hormigas
Toda maestría se construye a base de pequeños logros arrancados al sudor. El pianista consumado tuvo que interpretar miles de partituras, cada una de ellas cientos de veces, persiguiendo que cada una sonase cada vez mejor.
La hermandades de hierro
Lo mismo ocurre con las amistades. Las comuniones de almas se mantienen con apuntalamientos ocasionales; con el olvido generoso de un presunto agravio; con una llamada oportuna en momentos de naufragio; o regalando calma aunque el reloj se empeñe en galopar. Es la suma de cada uno de esos puntales lo que hace un edificio sólido.
Los amores fugaces
Incluso en el amor. Los amores a quemarropa suelen terminar en cenizas, victimas de su propia luz. En cambio, las hogueras sosegadas se alimentan de astillas.
La insoportable levedad de lo importante
El método de Brailsford nos desvela dos enseñanzas milenarias; para mover una montaña tenemos que acarrear pequeñas piedras; debemos aprender a buscar el demonio de lo importante en el laberinto de los detalles.
La verdadera grandeza reside en lo insignificante.