Mariconadas
Hace tres décadas entré en unos invernaderos de Valle Guerra. El agricultor fumigaba una plantación de sandias. Mientras esperaba, leí el envase del veneno. Su uso estaba prohibido en cultivos comestibles “Si estamos con mariconadas no cosechamos nada”, me dijo.
Con lupa
Treinta años después asistí a una charla sobre agricultura ecológica. El ponente, un ingeniero agrónomo de COPLACA contó que en los mercados de destino analizan la fruta. Si encuentran algún pesticida ilegal, rechazan los contenedores. El coste de la fruta perdida puede ser enorme. Pero puede ser peor el descrédito a la imagen de “El plátano de Canarias”.
Por eso COPLACA analiza la fruta al llegar a la cooperativa. Si un agricultor tiene la tentación de “no estar con mariconadas” no solo rechazan su fruta. Un perito agrícola visita su finca y le hace tirar todos los plátanos que cuelguen de las plantas. Le pregunté si el Gobierno de Canarias hace lo mismo con lo todo lo que comemos en las islas.
Furtivos de conciencia
“No me consta. Si lo hacen debe ser muy esporádico”. Es decir, los venenos dependen de la buena fe del agricultor. Nadie se enteraría de una aplicación furtiva. Y fumigar con artillería pesada puede ahorrar miles de euros en la cosecha. Cuando bolsillo y conciencia están a la greña esta última termina con el rabo entre las piernas. Los venenos pueden afectar a nuestra salud incluso a las dosis recomendadas.
Ancianos tóxicos
En Gran Bretaña prohibieron el uso del DDT (Dicloro Difenil Tricloroetano) en 1986. Era nocivo para el medio ambiente. Sin embargo el veneno persiste en los que estuvieron expuestos. En un reciente estudio analizaron el contenido de un derivado del DDT en 86 ancianos británicos con Alzheimer. Tenían cuatro veces más que los jubilados sanos. Se cree que el veneno acumulado aumenta la producción de una proteína que daña el cerebro.
Suicidio con alfileres
El DDT demuestra que el uso de pesticidas puede ser una bomba de relojería. Y ocurre también con los venenos que se venden ahora. Un artículo reciente reveló que los agricultores son más propensos a padecer Parkinson (no confundir con Alzheimer).Y los sospechosos son pesticidas que se usan cada día en el campo. Es posible que todavía la agricultura necesite pesticidas químicos. Pero podríamos estar suicidándonos con alfileres.
Que parezca que hago
Los pesticidas pueden ser nocivos aún cuando se apliquen adecuadamente. Pero en manos de aprendices de brujo pueden ser una ruleta rusa. En Canarias podemos estar envenenándonos con prisa porque no hay controles. La administración canaria obliga a los agricultores a superar cursos de pesticidas. También introdujo la trazabilidad en el campo, para saber quien produce qué hortaliza. Pero esto es inútil si cada semana no se coge un bubango o una lechuga de cada mercado y se lleva al laboratorio. Y se castiga a los infractores.
Cicuta para el almuerzo
En el campo, como en la iglesia, los periódicos y parlamentos hay desalmados. Pueden meter la cicuta en nuestro plato de potaje. Y nos envenenan como a Sócrates. De nuestra propia mano. Pero a diferencia de él, sin que nos condenen antes.