La anticipación del problema
Hace unos años estuve en Santiago de Compostela.
A poco de llegar recibí una llamada. Mi oficina se había inundado.
Ese día lo pasé malhumorado, anticipando un nuevo enfrentamiento con un presidente de comunidad que siempre me había sido hostil.
El incidente no tenía mayor importancia.
Sin embargo, me trasladó a un páramo de ansiedad.
Me alejó del disfrute de una ciudad donde las callejuelas visten de liquen, donde flota el tintineo de los vasos de las tabernas y donde una fina lluvia acariciaba mi rostro.
¿Acaso eres libre ahora?
Con frecuencia anticipamos problemas que importan menos que la ansiedad misma que provocan.
Como le ocurrió a un amigo de Séneca en el año 63.
A Lucilio, que trabajaba como procurador romano en Sicilia, le llegó la noticia de que en Roma se preparaba un juicio en su contra.
Angustiado, escribió a Séneca en busca de consuelo.
“Crees que te voy a exhortar a que te prometas el resultado más favorable y te recrees con esta lisonjera esperanza. Más te conduciré a la tranquilidad por otro camino.
Si quieres liberarte de toda preocupación, imagínate que el acontecimiento que temes se ha de realizar indefectiblemente.
¿Acaso puede acaecerte algo más grave, si pierdes el proceso, que ser enviado el destierro o metido en la cárcel (…) .
Serás encadenado.
¿Y que?
¿Acaso eres libre ahora?”
Séneca le explicaba así a su amigo que la angustia por su futuro era peor que el más terrible de sus destinos.
El vaso de la premonición
El consejo del sabio cordobés quizás sea el más corto de la filosofía. Apenas cuatro letras en dos palabras:
¿Y qué?
Es una pregunta y a la vez una sentencia liberadora.
Que puedo aplicar varias veces a lo largo del día
¿Y qué? Si voy a perder el trabajo.
¿Y qué? Si vuelvo a discutir con el presidente de la comunidad.
¿Y qué? si mañana se me rompe el miocardio.
No se trata de adoptar la mente del vagabundo, pendiente sólo de las migajas que nos brinde el destino.
Se trata de evitar ahogarnos con los muchos vasos de premoniciones que nos bebemos a diario.
Porque mientras, la vida se nos pasa.
La portada de mi molesquine
La próxima vez que viaje escribiré bien visible en mi libreta de notas
¿Y QUE?
Para evitar que mi presente se convierta furtivamente en pasado por un futuro que no tiene remedio.